que decidí dedicarle mi vida entera a Regina.
Desde entonces no duermo
por miedo a perderme un segundo
de su efímera existencia.
Ella no entiende de mi locura,
yo tampoco.
Sólo entiendo del sentido
que nace y muere en sus expresiones,
de mis dedos con olor a tabaco
persiguiendo sin descanso
todas sus mentiras.
A veces dice ser mía,
otras la siento lejana.
Pero ella me lo entrega todo
y lo seguirá haciendo
hasta el día que inevitablemente
se cierren mis ojos.
Qué lindo, che! Hace poco empecé a sentir algo parecido a lo que dice el poema, ¿estaré loca? Ni yo lo entiendo.
ResponderEliminarSaludos!