29 noviembre 2010

{ entre código y melancolía }






Quizás no necesite de palabras inteligentes o frases memorables,
ya entendí que nada de eso puede resucitarnos.
Quien ha muerto aquel día me es completamente indiferente.
Así encaro los días; mintiendo[me].
Llevamos con nosotras la distancia que llevan las personas
que no llegan a cruzarse nunca en sus vidas,
la de los extraños.
Pero hasta la distancia es mentirosa.
Y yo, que te siento tan mía, que te siento tan extraña.
Te re-nombro ajena, te declaro paradoja en mí.
Y me pregunto, quién sos? quién eras? quién fui?
Por qué me obligo cada noche a inventarnos una despedida?
Por qué llevo cuenta de los días?
Por qué reemplazo a este final con una espera?
Qué respuestas?
Solo un nombre y adicciones.
Cuál de todas ellas soy? Cuál de todas ellas sos?
Me niego a verme destinada a esperar, a resolverme inconclusa.
Quizás se este acercando el momento
en el que deje de regalarte, en vano, tantas palabras.









{ ; }
: class public int string if else ?

27 noviembre 2010

Te visito a diario para al menos materializarte en este plano etéreo.
Sos millones de pequeños e imperceptibles momentos en el tiempo.
Tu inexistencia corroe mi perímetro.
A veces carezco de forma, otras tantas me solidifico.
Obsesión escribirte, obstinación retenerte.
No te veo, no te quiero,
Pero conservo un collage de recuerdos estancados en algún recodo de mi mente.
Entonces espejismos.
Abismos.

Sin voz(s) estallo en gritos, y que (no)escuches todo lo que no quiero...
No escuches.
... No quiero que el tiempo borre tus gestos, tu voz, tu postura o alguna parte de todo tu cuerpo.

25 noviembre 2010

una canción



Una semana jugando a ser el bosquejo
Una semana siendo un animal imperfecto
En mis manos detengo el tiempo
Luego lo acelero, y así es como vivo a destiempo

Veinte estaciones bajo un mismo padecimiento
Psicólogos, pastillas, insomnio, arritmia
No busques una explicación
Nunca es nunca en esta relación

11 noviembre 2010

te abriste paso hacia mí
a través de pequeñas cavidades
hasta entonces desconocidas
extendiendo así a extremos impensados
mi supuesta limitación corporal

qué hago ahora
con tantos espacios
con tu nombre en todos lados
sin vos?






ejercitación emocional

08 noviembre 2010

Finalmente Náusea;
La súbita destrucción de una pequeña y estúpida idealización.
Has exorcizado tu radiante invisibilidad,
Yo te convertí en materia.
Así como pude crearte, puedo también destruirte.
Puedo girarte hacia ambos lados.
Por fin puedo ver tus [no]principios y tus finales.
Náusea.
Hipocresía.
Reconozco tus orígenes.
Ya nada es ciego.
Se han desvanecido tus huellas.
No existe mirada que pueda tajar este universo.
Te has evaporado.
Ya ni siquiera retengo tus recuerdos.
Soy libre.







Mi abecedario, mi alivio.
Lo irónico, la imagen.

05 noviembre 2010

No aprenderé nunca a retirarme a tiempo.


Me desgarra tu invisibilidad.
Sí, todavía. Te es extraño?
Cada imagen.
Tu camisa. Mi sillón.
Y la que creí nuestra luz. Luz.
Tu nada es mi verguenza.
Mi tristeza.
Qué fue de la venganza?
Mis malos hábitos.
Las contínuas recaídas.
Eternas reincidencias.
Tu estupidez.

Sí, me desgarra tu efímera existencia.
Porque aunque no quiera
Quisiera tenerla entre mis manos,
Y retomar la aventura
De acumular tus días en mis días.





Pero no, no quiero volver.

No, estos recuerdos jamás serán suficientes.

04 noviembre 2010

Dos años atrás.





Sutil deterioro

Cuando quise darme cuenta ya habían pasado demasiados años.
Dejamos de ser quienes eramos para seguir siendo los mismos,
y todo aquello que cambió, irónicamente, permaneció exactamente igual.
Derrochando segundos fieles a una inexistente realidad.
Corriendo tras la nada, encontrándonos con nada y con todo a la vez.
El futuro envuelto en la ignorancia,
porque ni siquiera supimos soñar con una juventud eterna.
Nadie lo entendía.
Y hoy acumulo estaciones como si fueran tesoros
mientras sigo caminando, en total incertidumbre, de la mano con la vida

02 noviembre 2010

Me aterra la estructuración de los días, porque con cierto disimulo consigue quitarle libertad al ser, consigue acorralarlo junto a una serie de tareas absurdas y repetitivas. Es la clase de rutina que nada nos aporta, que nos adormece, que espanta a la aventura, a la sorpresa. Es como un grito que pretende asustarnos, obligarnos a correr lejos de quien queremos realmente ser. Es preciso despertar. Es preciso encontrarnos.